El síndrome del ojo seco es un trastorno ocular cada vez más frecuente debido al uso prolongado de pantallas, la contaminación y el envejecimiento de la población van en aumento, este problema se ha convertido en una preocupación común. Se produce cuando la superficie ocular no recibe la lubricación adecuada debido a una producción insuficiente de lágrimas o a una evaporación demasiado rápida de las mismas, lo que genera molestias, irritación y posibles alteraciones en la visión.
Muchas personas experimentan síntomas ocasionales de sequedad ocular, pero cuando estos se vuelven persistentes, pueden afectar seriamente la calidad de vida y el desempeño diario. Desde la sensación de cuerpo extraño en los ojos hasta la fatiga visual o la visión borrosa, el impacto del ojo seco puede variar según la persona y las causas subyacentes.
¿Qué es el síndrome del ojo seco?
El síndrome del ojo seco es una alteración en la estabilidad de la película lagrimal que recubre la superficie ocular. Las lágrimas cumplen una función esencial en la protección y nutrición de los ojos, proporcionando una barrera contra agentes externos y garantizando una correcta lubricación. Cuando el equilibrio lagrimal se ve comprometido, la superficie ocular queda expuesta y vulnerable, lo que provoca inflamación, irritación y daño en los tejidos.
El ojo seco no es una simple molestia ocasional, sino una afección crónica que puede progresar con el tiempo si no se trata de manera adecuada. Existen dos formas principales de esta enfermedad: el ojo seco por deficiencia acuosa, en el que las glándulas lagrimales no producen suficientes lágrimas, y el ojo seco evaporativo, que ocurre cuando la película lagrimal se evapora demasiado rápido debido a una disfunción en las glándulas de Meibomio. Ambos tipos pueden coexistir y agravar los síntomas.
Causas del síndrome del ojo seco
Las causas del ojo seco son múltiples y pueden combinarse entre sí, influyendo en la aparición y gravedad de los síntomas. El envejecimiento es uno de los factores principales, ya que con los años, la producción lagrimal disminuye de manera natural. Este fenómeno es más acusado en mujeres, especialmente después de la menopausia, debido a cambios hormonales que afectan la función de las glándulas lagrimales.
El estilo de vida también juega un papel crucial en el desarrollo del síndrome del ojo seco. El uso prolongado de pantallas digitales reduce la frecuencia del parpadeo, lo que impide una correcta distribución de la película lagrimal sobre la superficie del ojo. Además, la exposición a ambientes con aire acondicionado, calefacción o contaminación puede contribuir a la evaporación de las lágrimas.
Algunas condiciones médicas, como el síndrome de Sjögren, la artritis reumatoide o la diabetes, están asociadas con una menor producción de lágrimas y pueden agravar el problema. El uso prolongado de lentes de contacto o ciertos medicamentos, como antihistamínicos y antidepresivos, también pueden afectar la lubricación ocular. Identificar la causa subyacente es clave para establecer un tratamiento adecuado y evitar complicaciones.