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Peritonitis: causas, síntomas y tratamiento de una urgencia médica

martes, 8 de abril de 2025

La peritonitis es una inflamación del peritoneo que puede desatarse de forma rápida y, si no se actúa a tiempo, poner en grave riesgo la vida del paciente. Esta membrana delgada, que recubre la cavidad abdominal y protege a los órganos internos, juega un papel crucial en nuestro organismo, pero cuando se inflama debido a una infección o a una irritación química, desencadena una reacción grave que no debe pasarse por alto.

Entre las causas más habituales de esta inflamación se encuentran las perforaciones intestinales, las complicaciones derivadas de apendicitis o diverticulitis, los traumatismos abdominales o incluso ciertas intervenciones quirúrgicas. En todos estos casos, las bacterias presentes en el contenido intestinal acceden a la cavidad abdominal, generando una respuesta inflamatoria que puede evolucionar rápidamente hacia situaciones críticas como la sepsis o el fallo multiorgánico.

Conocer cómo se origina la peritonitis, cuáles son sus síntomas más característicos, las opciones de tratamiento disponibles y las medidas de prevención adecuadas ayuda a detectar el problema a tiempo y a actuar con rapidez. Saber interpretar las señales del cuerpo, entender los factores de riesgo y tener claras las pautas médicas no solo mejora el pronóstico, sino que puede salvar vidas ante una urgencia médica tan seria como esta.

¿Qué es la peritonitis?

La peritonitis es la inflamación del peritoneo, una membrana fina pero muy vascularizada que recubre el interior del abdomen y envuelve a los órganos digestivos. Este tejido actúa como una barrera protectora y ayuda a facilitar los movimientos de los órganos durante la digestión. Sin embargo, cuando el peritoneo se inflama a causa de una infección o irritación química, se desencadena un proceso que puede poner en jaque todo el equilibrio del cuerpo.

Tipos de peritonitis

Aunque solemos hablar de peritonitis como si fuera una única enfermedad, lo cierto es que existen diferentes tipos, y distinguirlos es crucial para entender mejor el tratamiento y el pronóstico. La clasificación más habitual se basa en el origen de la infección o inflamación del peritoneo.

Por un lado, encontramos la peritonitis primaria, también conocida como espontánea. Este tipo se da sin que exista una perforación o daño evidente en el aparato digestivo. Es más común en personas con enfermedades hepáticas avanzadas, como la cirrosis, especialmente si acumulan líquido en el abdomen (ascitis). Las bacterias acceden al peritoneo a través de la sangre o por traslocación desde el intestino.

En cambio, la peritonitis secundaria es la más frecuente y suele estar relacionada con la perforación de una víscera abdominal, como puede ser el apéndice (en caso de apendicitis aguda), el estómago (úlcera perforada) o el colon. Esta ruptura permite que las bacterias del aparato digestivo contaminen el peritoneo, provocando una infección grave que requiere tratamiento urgente.

También existe la llamada peritonitis terciaria, que aparece en algunos pacientes que han tenido ya una peritonitis secundaria y desarrollan una respuesta inflamatoria persistente o recurrente, incluso tras tratamiento inicial. Este tipo es menos común, pero plantea un desafío mayor por su complejidad y la posible resistencia de las bacterias a los antibióticos convencionales.

Causas de la peritonitis

Las causas que pueden desencadenar una peritonitis son diversas y, en muchos casos, están relacionadas con otras enfermedades abdominales. Lo más habitual es que se produzca como consecuencia de una perforación en el tracto gastrointestinal, que permite la entrada de bacterias en la cavidad peritoneal. Estas son algunas de las situaciones más frecuentes que pueden dar lugar a una peritonitis:

  • Apendicitis perforada: cuando el apéndice inflamado revienta, libera contenido infeccioso dentro del abdomen.
  • Diverticulitis complicada: si uno de los divertículos del colon se perfora, puede contaminar el peritoneo.
  • Úlcera gástrica perforada: las úlceras que atraviesan la pared del estómago o del intestino delgado son una causa conocida.
  • Traumatismos abdominales: golpes graves o heridas penetrantes que dañen los órganos internos pueden llevar a una perforación.
  • Complicaciones quirúrgicas: tras una cirugía abdominal, si hay fugas de contenido intestinal, la infección puede extenderse al peritoneo.
  • Diálisis peritoneal: en personas que reciben tratamiento de diálisis por insuficiencia renal, una mala técnica o contaminación puede originar infecciones.

Es importante destacar que la peritonitis también puede producirse de manera espontánea, sobre todo en personas con ascitis avanzada secundaria a cirrosis hepática. En estos casos, la infección ocurre sin perforación evidente de un órgano, por translocación bacteriana desde el intestino.

Síntomas de la peritonitis: cómo reconocer la alarma

Identificar los síntomas de la peritonitis a tiempo es clave para evitar complicaciones graves. Generalmente, el cuadro se presenta de forma brusca y con signos muy llamativos que no pasan desapercibidos.

Dolor abdominal intenso

El síntoma más característico es un dolor abdominal muy agudo y localizado, que suele empezar en un punto concreto (por ejemplo, la parte inferior derecha en una apendicitis perforada) y que rápidamente se generaliza por todo el abdomen. Este dolor es constante, punzante, y empeora con el movimiento o la palpación.

Abdomen rígido

Una de las señales más reveladoras es la llamada "defensa abdominal". El paciente tiende a tensar los músculos de la zona afectada de manera involuntaria para proteger la zona dolorida. Esta rigidez convierte el abdomen en una superficie dura al tacto, lo que se conoce como "vientre en tabla".

Otros síntomas que acompañan

La fiebre suele estar presente, junto con escalofríos y sudoración profusa. También es habitual que aparezcan náuseas, vómitos y pérdida de apetito. Algunos pacientes pueden desarrollar taquicardia, hipotensión arterial e incluso confusión mental si la infección progresa hacia una sepsis.

En los casos de peritonitis asociada a la diálisis peritoneal, uno de los signos de alerta es que el líquido de diálisis se vuelve turbio o cambia de color.

Diagnóstico de la peritonitis

Ante la sospecha de peritonitis, el diagnóstico debe ser rápido y preciso. El médico basará su valoración inicial en la exploración física, donde la palpación abdominal permitirá detectar el dolor intenso y la rigidez característica. Sin embargo, para confirmar el diagnóstico y determinar la causa, es necesario realizar varias pruebas complementarias.

La analítica de sangre suele revelar signos de infección, como un aumento de los glóbulos blancos y de la proteína C reactiva (PCR). Además, pueden observarse alteraciones en la función renal o hepática si la infección está avanzada.

La radiografía de abdomen o una ecografía pueden detectar la presencia de aire libre en la cavidad abdominal (indicio de perforación), líquido libre o la existencia de abscesos. La tomografía computarizada (TC), sin embargo, es la prueba más precisa para identificar con claridad la causa y la extensión del proceso inflamatorio.

En los pacientes en diálisis peritoneal, el análisis del líquido peritoneal mediante paracentesis es esencial para confirmar la infección.

Tratamiento de la peritonitis

El tratamiento de la peritonitis debe iniciarse sin demora una vez que se sospecha el diagnóstico, ya que la rapidez en la actuación es crucial para evitar que la infección se generalice.

Tratamiento antibiótico

La primera línea de intervención son los antibióticos de amplio espectro, que deben administrarse por vía intravenosa para combatir de forma eficaz la infección. En función del resultado de los cultivos y la sensibilidad bacteriana, el tratamiento puede ajustarse posteriormente.

Cirugía urgente

En la mayoría de las peritonitis secundarias, será necesario recurrir a la cirugía para reparar la perforación o eliminar la fuente de infección. Durante la intervención se limpia la cavidad abdominal para retirar el material infectado y se corrige el daño orgánico.

En algunos casos específicos, como en la peritonitis espontánea por cirrosis, la cirugía no siempre es necesaria, pero en el contexto de perforaciones abdominales, la operación es ineludible.

Soporte intensivo

Dependiendo de la gravedad del cuadro, puede ser necesario que el paciente reciba tratamiento en una unidad de cuidados intensivos. Aquí se controlan de cerca las constantes vitales, se administran líquidos intravenosos, soporte respiratorio si es preciso y medicamentos para estabilizar la presión arterial.

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¿Cuánto dura la recuperación de una peritonitis?

La recuperación de una peritonitis depende de muchos factores, como el tipo de peritonitis, el estado general de salud del paciente, la rapidez con la que se haya iniciado el tratamiento y si se han producido complicaciones.

En los casos de peritonitis primaria, con un diagnóstico temprano y tratamiento antibiótico adecuado, la recuperación puede ser relativamente rápida, con hospitalizaciones que suelen rondar entre 7 y 14 días. Eso sí, es fundamental realizar controles posteriores, especialmente si el paciente tiene otras patologías de base como enfermedades hepáticas.

Para las peritonitis secundarias, la recuperación es más larga y puede requerir cirugía, como una laparotomía o una laparoscopia, para reparar la causa subyacente (por ejemplo, una perforación intestinal). Después de la intervención, el paciente puede necesitar de 2 a 3 semanas de hospitalización, seguidas de un proceso de recuperación en casa que puede extenderse durante varias semanas más, con visitas periódicas al especialista.

No hay que olvidar que la recuperación no termina al recibir el alta hospitalaria. Es habitual sentir fatiga, molestias abdominales leves o cambios en la digestión durante algunas semanas. Los médicos suelen recomendar reposo relativo, una dieta suave y evitar esfuerzos físicos importantes hasta completar la recuperación total.

¿La peritonitis es contagiosa?

Una de las dudas más habituales, sobre todo entre familiares o personas que conviven con un paciente diagnosticado, es si la peritonitis es contagiosa. La respuesta corta es: no, la peritonitis no se contagia de una persona a otra.

La infección del peritoneo no se transmite por contacto directo, por el aire o por compartir objetos. Generalmente, la peritonitis se origina por una infección interna, como la perforación de una víscera o la diseminación de bacterias desde otra parte del cuerpo. Es decir, es una complicación médica derivada de otras condiciones y no una enfermedad infecciosa que se propague entre personas sanas.

Ahora bien, es importante matizar que, aunque la enfermedad en sí no se contagia, sí requiere medidas de higiene estrictas durante la hospitalización, sobre todo en pacientes inmunodeprimidos o cuando existe riesgo de infecciones secundarias. Los equipos médicos toman todas las precauciones necesarias para evitar complicaciones cruzadas, pero a nivel familiar o social no hay motivo de alarma ni necesidad de aislar al paciente.

¿Qué complicaciones se pueden dar?

La peritonitis no tratada a tiempo puede desencadenar complicaciones muy graves. La principal es la sepsis, una respuesta inflamatoria descontrolada del organismo frente a la infección que puede desembocar en un fallo multiorgánico. También pueden formarse abscesos intraabdominales, requerir nuevas cirugías o, en algunos casos, derivar en peritonitis crónica, con formación de adherencias que afectan el funcionamiento de los órganos digestivos.

La mortalidad asociada a la peritonitis sigue siendo elevada, especialmente en personas mayores o con enfermedades crónicas. Por ello, la detección temprana y el tratamiento urgente son esenciales para mejorar el pronóstico.

¿Se puede prevenir de alguna manera?

La prevención de la peritonitis pasa, en primer lugar, por controlar las enfermedades subyacentes que predisponen a su aparición. En los pacientes con cirrosis, por ejemplo, la profilaxis antibiótica puede estar indicada en determinadas situaciones para prevenir la peritonitis espontánea.

En los pacientes que siguen un tratamiento de diálisis peritoneal, la educación en la técnica aséptica es fundamental. El correcto manejo del equipo de diálisis y la rápida atención ante cualquier signo de infección son esenciales para evitar la entrada de bacterias en la cavidad abdominal.

Mantener un estilo de vida saludable, acudir al médico ante síntomas digestivos persistentes y seguir los controles recomendados tras cirugías abdominales también son medidas preventivas importantes.

Peritonitis en niños

La peritonitis en niños es una situación poco frecuente, pero cuando se presenta requiere una atención rápida y especializada, ya que su evolución puede ser más rápida que en adultos. En muchos casos, se asocia a complicaciones de una apendicitis aguda no tratada a tiempo. De hecho, es una de las causas más comunes de peritonitis secundaria en la población pediátrica.

Los síntomas pueden ser algo más difíciles de identificar en los más pequeños, ya que a veces no logran describir bien lo que sienten. Es común que se presenten con fiebre alta, dolor abdominal generalizado, abdomen rígido y distensión abdominal. Además, pueden mostrar irritabilidad, vómitos persistentes y una marcada falta de apetito.

El tratamiento de la peritonitis en niños suele combinar una cirugía rápida para eliminar la causa de la infección, junto con antibióticos intravenosos durante varios días. La recuperación dependerá del estado general del niño y de la rapidez con la que se haya intervenido. En general, los niños, por su capacidad de recuperación, suelen evolucionar favorablemente si el diagnóstico es temprano y el tratamiento es efectivo.

Es fundamental que los padres o cuidadores consulten de inmediato ante la aparición de síntomas preocupantes. La detección precoz y la intervención rápida marcan una gran diferencia en el pronóstico y la recuperación del pequeño paciente.