La hernia inguinal es una de las dolencias quirúrgicas más frecuentes tanto en hombres como en mujeres, aunque su prevalencia es notablemente mayor en el sexo masculino. Se trata de una protrusión del contenido abdominal —normalmente grasa o un segmento del intestino— a través de un punto débil en la zona de la ingle. Aunque en muchos casos no reviste gravedad inmediata, su aparición puede provocar molestias, dolor o complicaciones si no se trata adecuadamente. Por eso es importante saber identificarla y conocer las opciones disponibles para evitar que interfiera en la calidad de vida.
Durante los últimos años, el número de diagnósticos ha ido en aumento, en parte gracias a una mayor conciencia sobre el problema y también por el envejecimiento de la población, ya que esta afección es más común en personas de edad avanzada. Sin embargo, también puede afectar a personas jóvenes, especialmente aquellas que realizan esfuerzos físicos importantes o tienen antecedentes familiares. Comprender bien cómo se forma, qué síntomas da y qué tipo de intervenciones existen permite actuar a tiempo y prevenir riesgos innecesarios. En este reportaje te explicamos todo lo que debes saber sobre la hernia inguinal.
¿Qué es una hernia inguinal y por qué se produce?
Una hernia inguinal se forma cuando una parte del contenido del abdomen, como un asa intestinal o tejido graso, se desplaza a través de una zona débil de la pared muscular abdominal en la región inguinal, generando un bulto visible o palpable. Existen dos tipos principales: la hernia inguinal directa, que se desarrolla de forma progresiva a lo largo del tiempo, y la hernia inguinal indirecta, más común en personas jóvenes y que puede tener un componente congénito.
El origen de esta debilidad en la pared abdominal puede ser congénito (presente desde el nacimiento) o adquirido (como consecuencia del envejecimiento, esfuerzos excesivos o intervenciones quirúrgicas previas). La presión intraabdominal juega un papel importante: levantar objetos pesados, toser crónicamente, hacer fuerza al evacuar o incluso el embarazo pueden incrementar esa presión y favorecer la aparición de la hernia.
Síntomas de la hernia inguinal: cómo reconocerla
La hernia inguinal no siempre se presenta con síntomas evidentes desde el principio. De hecho, muchas personas conviven con ella sin saberlo hasta que el bulto aumenta o el malestar se vuelve más persistente. Sin embargo, conocer las señales más comunes puede ayudar a detectarla a tiempo y acudir al médico antes de que cause mayores complicaciones.
Lo más característico es la aparición de una protuberancia o bulto en la zona de la ingle. Este abultamiento puede hacerse más visible al toser, al levantar peso o al b, y a veces desaparece al tumbarse. No suele doler al principio, pero con el tiempo puede empezar a b.
Algunas personas describen una sensación de pesadez o presión en la ingle, sobre todo tras realizar esfuerzos físicos o estar mucho tiempo de pie. También puede notarse cierta tirantez o ardor en la zona, que no siempre se asocia de forma directa con una hernia.
Otros síntomas frecuentes incluyen
- Dolor o molestia al agacharse, toser o levantar objetos.
- Hinchazón que aumenta con el esfuerzo físico y disminuye con el reposo.
- Sensación de debilidad o presión en la zona baja del abdomen.
- En algunos casos, dolor que se irradia hacia el escroto en hombres.
En fases más avanzadas, o si la hernia se complica, pueden aparecer síntomas más graves como dolor intenso, náuseas o vómitos. Estos pueden ser signos de estrangulación, una situación en la que el contenido herniado queda atrapado y no recibe suficiente riego sanguíneo. En estos casos, es importante buscar atención médica urgente.
Detectar estos síntomas a tiempo permite actuar antes de que la hernia cause limitaciones en el día a día. En Clínica Asturias, realizamos una exploración física cuidadosa y, si es necesario, pruebas complementarias como ecografía para confirmar el diagnóstico y valorar la mejor opción de tratamiento.