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Hernia inguinal: cuándo preocuparse y cómo se soluciona

lunes, 21 de abril de 2025

La hernia inguinal es una de las dolencias quirúrgicas más frecuentes tanto en hombres como en mujeres, aunque su prevalencia es notablemente mayor en el sexo masculino. Se trata de una protrusión del contenido abdominal —normalmente grasa o un segmento del intestino— a través de un punto débil en la zona de la ingle. Aunque en muchos casos no reviste gravedad inmediata, su aparición puede provocar molestias, dolor o complicaciones si no se trata adecuadamente. Por eso es importante saber identificarla y conocer las opciones disponibles para evitar que interfiera en la calidad de vida.

Durante los últimos años, el número de diagnósticos ha ido en aumento, en parte gracias a una mayor conciencia sobre el problema y también por el envejecimiento de la población, ya que esta afección es más común en personas de edad avanzada. Sin embargo, también puede afectar a personas jóvenes, especialmente aquellas que realizan esfuerzos físicos importantes o tienen antecedentes familiares. Comprender bien cómo se forma, qué síntomas da y qué tipo de intervenciones existen permite actuar a tiempo y prevenir riesgos innecesarios. En este reportaje te explicamos todo lo que debes saber sobre la hernia inguinal.

¿Qué es una hernia inguinal y por qué se produce?

Una hernia inguinal se forma cuando una parte del contenido del abdomen, como un asa intestinal o tejido graso, se desplaza a través de una zona débil de la pared muscular abdominal en la región inguinal, generando un bulto visible o palpable. Existen dos tipos principales: la hernia inguinal directa, que se desarrolla de forma progresiva a lo largo del tiempo, y la hernia inguinal indirecta, más común en personas jóvenes y que puede tener un componente congénito.

El origen de esta debilidad en la pared abdominal puede ser congénito (presente desde el nacimiento) o adquirido (como consecuencia del envejecimiento, esfuerzos excesivos o intervenciones quirúrgicas previas). La presión intraabdominal juega un papel importante: levantar objetos pesados, toser crónicamente, hacer fuerza al evacuar o incluso el embarazo pueden incrementar esa presión y favorecer la aparición de la hernia.

Síntomas de la hernia inguinal: cómo reconocerla

La hernia inguinal no siempre se presenta con síntomas evidentes desde el principio. De hecho, muchas personas conviven con ella sin saberlo hasta que el bulto aumenta o el malestar se vuelve más persistente. Sin embargo, conocer las señales más comunes puede ayudar a detectarla a tiempo y acudir al médico antes de que cause mayores complicaciones.

Lo más característico es la aparición de una protuberancia o bulto en la zona de la ingle. Este abultamiento puede hacerse más visible al toser, al levantar peso o al b, y a veces desaparece al tumbarse. No suele doler al principio, pero con el tiempo puede empezar a b.

Algunas personas describen una sensación de pesadez o presión en la ingle, sobre todo tras realizar esfuerzos físicos o estar mucho tiempo de pie. También puede notarse cierta tirantez o ardor en la zona, que no siempre se asocia de forma directa con una hernia.

Otros síntomas frecuentes incluyen

  • Dolor o molestia al agacharse, toser o levantar objetos.
  • Hinchazón que aumenta con el esfuerzo físico y disminuye con el reposo.
  • Sensación de debilidad o presión en la zona baja del abdomen.
  • En algunos casos, dolor que se irradia hacia el escroto en hombres.

En fases más avanzadas, o si la hernia se complica, pueden aparecer síntomas más graves como dolor intenso, náuseas o vómitos. Estos pueden ser signos de estrangulación, una situación en la que el contenido herniado queda atrapado y no recibe suficiente riego sanguíneo. En estos casos, es importante buscar atención médica urgente.

Detectar estos síntomas a tiempo permite actuar antes de que la hernia cause limitaciones en el día a día. En Clínica Asturias, realizamos una exploración física cuidadosa y, si es necesario, pruebas complementarias como ecografía para confirmar el diagnóstico y valorar la mejor opción de tratamiento.

Diagnóstico: exploración física y pruebas complementarias

El diagnóstico de la hernia inguinal es principalmente clínico. Un médico experimentado puede identificar la protuberancia mediante una exploración física, pidiendo al paciente que tosa o haga un esfuerzo leve para valorar la aparición del bulto.

En casos de duda o si se sospecha una hernia pequeña o profunda, se puede solicitar una ecografía o una resonancia magnética. Estas pruebas también ayudan a determinar el tipo exacto de hernia, si hay contenido intestinal comprometido o si se requiere una intervención quirúrgica más específica.

¿Cuándo operar una hernia inguinal?

La decisión de operar una hernia inguinal no siempre es inmediata. Aunque no todas requieren cirugía de forma urgente, lo cierto es que la mayoría acaban siendo intervenidas, ya que es una lesión que no desaparece por sí sola y tiende a empeorar con el tiempo. En algunos casos, puede mantenerse controlada sin intervención, pero hay situaciones clínicas en las que la operación se convierte en la mejor (o única) opción.

Por norma general, los profesionales médicos valoran varios factores antes de recomendar la cirugía: los síntomas del paciente, el tamaño de la hernia, el riesgo de complicaciones y su impacto en la calidad de vida. No es lo mismo una hernia pequeña y asintomática que una que limita el día a día o que ha empezado a dar señales de alarma.

La cirugía está especialmente indicada cuando:

  • Existe dolor o molestia frecuente, especialmente al hacer esfuerzos, caminar o al final del día.
  • La hernia aumenta de tamaño con el tiempo.
  • Se nota una presión o sensación de pesadez constante en la ingle.
  • Hay signos de complicación, como enrojecimiento, dolor intenso repentino, fiebre o imposibilidad para reintroducir la hernia manualmente (lo que podría indicar una incarceración o estrangulación).
  • En el caso de pacientes jóvenes o activos, para evitar que la hernia limite su actividad física o laboral.
  • Cuando se trata de una hernia bilateral (en ambos lados) o recidivante (que ha vuelto a salir tras una operación previa).

También puede indicarse la operación incluso en casos asintomáticos si se prevé un mayor riesgo de complicación futura, como ocurre en personas con enfermedades pulmonares crónicas (por los aumentos de presión abdominal al toser) o en deportistas.

La intervención quirúrgica, ya sea por vía abierta o laparoscópica, permite reparar la pared abdominal debilitada, evitar complicaciones futuras y mejorar la calidad de vida del paciente. En Clínica Asturias, esta decisión siempre se toma tras una valoración personalizada y teniendo en cuenta tanto el estado clínico como las preferencias del paciente.

Tratamiento quirúrgico: técnicas y recuperación

La cirugía de hernia inguinal se realiza habitualmente de forma ambulatoria y con anestesia local o general, según el caso. Existen dos técnicas principales:

  • Cirugía abierta: se realiza una incisión sobre la ingle para acceder a la hernia y reforzar la pared abdominal con una malla.
  • Cirugía laparoscópica: se accede a la hernia mediante pequeñas incisiones y se coloca la malla guiados por una cámara. Suele implicar una recuperación más rápida.

La elección depende del tipo de hernia, la experiencia del cirujano y las características del paciente. En ambos casos, el objetivo es el mismo: devolver el contenido abdominal a su lugar y reforzar la zona débil para evitar que vuelva a producirse.

La recuperación suele ser rápida. En pocos días el paciente puede retomar la mayoría de actividades cotidianas, aunque debe evitar esfuerzos importantes durante varias semanas. La fisioterapia y las recomendaciones sobre movilidad ayudan a prevenir recaídas.

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Hernia inguinal en mujeres y niños

Aunque es mucho menos frecuente en mujeres, la hernia inguinal también puede aparecer en ellas, y su diagnóstico a veces se retrasa por la menor sospecha clínica. En mujeres puede confundirse con otros problemas ginecológicos, por lo que es importante acudir a consulta ante molestias inguinales persistentes.

En niños, especialmente varones, la hernia suele tener un origen congénito. Es frecuente detectarla en el primer año de vida y, en estos casos, la cirugía está indicada casi siempre, ya que el riesgo de incarceración es mayor que en adultos. La intervención es sencilla y con tasas de éxito muy altas.

¿Cómo se puede prevenir con cambios en los estilos de vida?

Aunque la hernia inguinal no siempre se puede prevenir, sobre todo en personas con predisposición anatómica o factores genéticos, sí hay medidas que pueden ayudar a reducir el riesgo de aparición o evitar que una hernia ya existente empeore. Mantener una buena salud general, cuidar el abdomen y adoptar ciertos hábitos puede marcar una diferencia notable.

En primer lugar, es fundamental prestar atención a todo aquello que aumente la presión dentro del abdomen. Este exceso de presión es una de las principales causas por las que el contenido abdominal tiende a protruir a través de zonas más débiles, como ocurre en la región inguinal.

Algunas recomendaciones clave en el estilo de vida son:

  • Evitar el sobrepeso y la obesidad, ya que el exceso de grasa abdominal añade una presión constante sobre la musculatura de la pared abdominal.
  • No levantar cargas pesadas sin la técnica adecuada. En caso de tener que hacerlo, se debe doblar bien las rodillas, mantener la espalda recta y contraer el abdomen al cargar peso.
  • Tratar el estreñimiento crónico, porque hacer un esfuerzo excesivo al ir al baño puede favorecer la formación de una hernia o el empeoramiento de una ya existente.
  • Dejar de fumar: no solo por los beneficios generales para la salud, sino también porque la tos crónica, frecuente en fumadores, puede provocar un aumento repetido de presión intraabdominal.
  • Fortalecer el abdomen con ejercicios suaves y controlados, evitando los que generen presión excesiva o impliquen esfuerzos bruscos. El trabajo con un fisioterapeuta especializado puede ser de gran ayuda.

Además, en personas con riesgo elevado (por ejemplo, quienes han sido operados anteriormente, tienen debilidad muscular o antecedentes familiares) conviene realizar revisiones periódicas y consultar al especialista ante cualquier sospecha.

La prevención no solo sirve para evitar la aparición de una hernia, sino también para mejorar el pronóstico si ya existe.