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Cólico biliar: así se tratan el dolor por las piedras en la vesícula

lunes, 17 de marzo de 2025

El cólico biliar es una de las afecciones digestivas más comunes, especialmente en personas que tienen piedras en la vesícula. Se caracteriza por un dolor intenso en la parte superior derecha del abdomen que puede irradiarse hacia la espalda o el hombro derecho. Este dolor suele aparecer después de comidas copiosas y ricas en grasas, y puede durar desde unos minutos hasta varias horas. Aunque no siempre requiere intervención quirúrgica, en algunos casos puede derivar en complicaciones graves como la colecistitis o la obstrucción del conducto biliar.

El cólico biliar es un problema frecuente que puede afectar la calidad de vida de quienes lo padecen. Muchas personas experimentan episodios de dolor intenso sin conocer exactamente su causa, y es fundamental identificar los síntomas y saber cuándo acudir al médico. Además de ser una molestia pasajera en algunos casos, esta afección puede derivar en complicaciones si no se controla adecuadamente.

¿Qué es el cólico biliar?

El cólico biliar es un episodio de dolor intenso provocado por la obstrucción temporal del conducto cístico debido a la presencia de cálculos biliares, también conocidos como piedras en la vesícula. La vesícula biliar es un órgano pequeño ubicado debajo del hígado que almacena y libera bilis, un líquido digestivo que ayuda a descomponer las grasas en el intestino delgado. Cuando una piedra bloquea el flujo normal de la bilis, la vesícula se contrae con fuerza, causando el dolor característico del cólico biliar.

A diferencia de otras afecciones abdominales, el cólico biliar no suele estar acompañado de fiebre ni signos de inflamación grave. Sin embargo, si el episodio se prolonga o se repite con frecuencia, puede derivar en complicaciones más serias, como infecciones o inflamaciones que requieran tratamiento urgente.

Causas y factores de riesgo

El principal factor desencadenante del cólico biliar es la presencia de cálculos en la vesícula. Estas piedras están compuestas principalmente de colesterol y otras sustancias presentes en la bilis. No todas las personas con cálculos biliares desarrollan síntomas, pero cuando una de estas piedras obstruye el flujo de bilis, se produce el dolor característico del cólico biliar.

Existen varios factores de riesgo que pueden aumentar la probabilidad de desarrollar cálculos biliares y, por ende, episodios de cólico biliar:

  • Dieta rica en grasas y colesterol: una alimentación poco equilibrada puede favorecer la formación de cálculos biliares.
  • Obesidad: el exceso de peso altera la composición de la bilis y aumenta el riesgo de cálculos.
  • Pérdida rápida de peso: perder peso de manera brusca puede provocar un desequilibrio en la bilis, favoreciendo la formación de piedras.
  • Edad y género: las mujeres y las personas mayores de 40 años tienen un mayor riesgo de desarrollar cálculos biliares.
  • Factores genéticos: tener antecedentes familiares de piedras en la vesícula puede predisponer a padecer esta afección.

Síntomas del cólico biliar

Los síntomas del cólico biliar pueden variar en intensidad y duración según cada caso. En general, se trata de un dolor abdominal muy característico que suele localizarse en la parte superior derecha o central del abdomen. A continuación, explicamos cómo se manifiesta este dolor, desde los casos más leves hasta los más graves, cómo evoluciona con el tiempo, cómo diferenciarlo de otros tipos de dolor abdominal y en qué situaciones es necesario acudir al médico.

Síntomas leves vs. síntomas graves

No todos los cólicos biliares se sienten de la misma manera. En algunos episodios, el dolor puede comenzar de forma relativamente leve, como una molestia sorda o una presión incómoda bajo las costillas, y luego aumentar gradualmente. Este dolor inicial puede ser intermitente o constante, y a veces es moderado, permitiendo a la persona moverse y realizar actividades limitadas. Por ejemplo, un cólico biliar leve podría durar menos de una hora y ceder por sí solo, acompañado solo de algo de náuseas pasajeras.

Por otro lado, en los casos graves el cuadro de dolor es mucho más intenso y alarmante. El cólico biliar severo suele producir un dolor agudo que alcanza gran intensidad rápidamente. La persona puede experimentar sudoración profusa y náuseas intensas, e incluso llegar a vomitar debido al malestar. El dolor puede hacerse tan fuerte que no se encuentra una posición cómoda para aliviarlo. Además, pueden aparecer signos sistémicos: es posible tener escalofríos y fiebre si la vesícula se inflama, o notar un tono amarillento en la piel y los ojos (ictericia) en casos más complicados. Estas manifestaciones indican que el cólico biliar es complicado o que hay una complicación añadida. En resumen, un episodio leve típicamente dura poco y se resuelve espontáneamente, mientras que un episodio grave puede prolongarse por varias horas o incluso días y presentar síntomas añadidos de alarma.

Evolución del dolor a lo largo del tiempo

El dolor del cólico biliar suele tener un patrón evolutivo característico. A menudo inicia de manera repentina después de una comida, especialmente si fue abundante o rica en grasas, y suele presentarse entrada la tarde o por la noche. Al comienzo, puede sentirse como un malestar difuso o una presión que va en aumento. En muchos casos el dolor se intensifica rápidamente hasta volverse muy fuerte en un lapso corto. La fase de mayor intensidad puede durar desde unos cuantos minutos hasta varias horas según la persona y la gravedad del episodio.

Típicamente, un cólico biliar dura entre 1 y 5 horas en su fase dolorosa más aguda. Durante este periodo, el dolor puede fluctuar en oleadas (de ahí el término "cólico"), aunque en ocasiones se mantiene constante. Conforme la piedra que obstruye el conducto biliar se mueve o la vesícula deja de contraerse con tanta fuerza, el dolor suele empezar a ceder gradualmente. Una vez que el dolor intenso desaparece, el abdomen puede quedar adolorido de forma leve por varias horas más, e incluso hasta el día siguiente, debido a la irritación residual. Es decir, después del pico de dolor, es común seguir sintiendo una sensibilidad o molestia residual en la zona afectada, aunque ya mucho más tolerable.

En casos no complicados, el episodio de cólico termina cuando el cálculo (piedra) deja de bloquear el conducto biliar y la bilis vuelve a fluir con normalidad. La mejoría puede ser abrupta o paulatina. Sin embargo, si el dolor no remite tras 5-6 horas o empeora con el tiempo, es posible que el problema haya evolucionado a algo más serio que un simple cólico (por ejemplo, una inflamación de la vesícula). Cabe mencionar que quienes han tenido un cólico biliar probablemente experimenten más episodios en el futuro, ya que los cálculos tienden a causar síntomas recurrentes si no se tratan.

Cómo identificar el cólico biliar frente a otros dolores abdominales

Distinguir un cólico biliar de otros tipos de dolor abdominal es importante, aunque a veces puede ser complicado porque ciertos síntomas se parecen. El dolor del cólico biliar suele localizarse en la parte superior derecha del abdomen, justo debajo de las costillas, pudiendo también abarcar la boca del estómago. Es común que este dolor se irradie hacia la espalda, entre los omóplatos, o hacia el hombro derecho, lo cual es una pista característica de la vesícula biliar. Además, tiende a desencadenarse tras comidas copiosas, especialmente con mucha grasa. Esa relación con la ingesta es un indicio importante: por ejemplo, un dolor que aparece 1 o 2 horas después de comer y que es en la zona alta derecha del abdomen sugiere un origen biliar más que otras causas.

En cambio, otros dolores abdominales tienen patrones diferentes. Una apendicitis, por ejemplo, suele comenzar con dolor difuso alrededor del ombligo y luego se concentra en la parte inferior derecha del abdomen; además, no guarda relación con las comidas. Un cólico nefrítico (dolor por piedras en el riñón) típicamente se siente en el costado o zona lumbar, debajo de las costillas posteriores, y puede irradiarse hacia la ingle. Este dolor de riñón no depende de lo que hayas comido, y a menudo viene en oleadas muy intensas con el paciente inquieto. Por otra parte, un dolor por gastritis o reflujo suele producir ardor o quemazón más al centro del pecho o abdomen superior, y puede aliviarse al tomar antiácidos, algo que no sucede con el cólico biliar.

Si bien es cierto que los síntomas se pueden superponer (por ejemplo, náuseas o vómitos pueden presentarse tanto en cólico biliar como en pancreatitis, apendicitis, etc.), la ubicación del dolor y su relación con las comidas son elementos clave para sospechar de la vesícula. Por esta razón, si hay dudas y el dolor es intenso, es importante buscar evaluación médica para un diagnóstico correcto.

¿Cuándo es necesario acudir al médico?

Es fundamental saber reconocer cuándo un cólico biliar requiere atención médica urgente. En general, si el dolor es muy intenso o no cede con el tiempo, se debe consultar al médico. En particular, hay signos de alarma ante los cuales no se debe demorar la visita al hospital. Se recomienda acudir al médico de inmediato si el dolor abdominal dura varias horas seguidas sin alivio, o si se acompaña de náuseas y vómitos persistentes, fiebre (aunque sea ligera) o escalofríos, o si notas la piel y la parte blanca de los ojos amarillentas (ictericia). También son signos preocupantes presentar orina oscura o heces de color muy claro, que junto con la ictericia indican una obstrucción biliar importante.

Cualquiera de estos síntomas puede indicar que el cólico biliar se ha complicado con una infección o inflamación grave, ya sea de la vesícula biliar (colecistitis aguda), del conducto biliar o incluso del páncreas.

En resumen, se debe buscar atención médica sin demora si un episodio de dolor tipo cólico biliar es más intenso o prolongado de lo habitual, o si presenta manifestaciones sistémicas como las descritas. Un cólico biliar simple normalmente mejora en pocas horas y no causa fiebre ni ictericia; si estos aparecen, es señal de que algo no anda bien. Ante la duda o ante un dolor abdominal fuerte que no conocías, siempre es prudente consultar con un profesional. Detectar a tiempo una complicación permite iniciar el tratamiento adecuado y prevenir problemas mayores.

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Diagnóstico del cólico biliar

El diagnóstico del cólico biliar se basa en la evaluación de los síntomas del paciente y en pruebas de imagen para confirmar la presencia de cálculos en la vesícula. Las pruebas más utilizadas incluyen:

  • Ecografía abdominal: es la prueba de elección para detectar piedras en la vesícula y evaluar su impacto en los conductos biliares.
  • Análisis de sangre: se utilizan para descartar infecciones o inflamaciones en la vesícula y el hígado.
  • Colangiopancreatografía por resonancia magnética (CPRM): se emplea en casos más complejos para evaluar la vía biliar con mayor precisión.

Tratamiento del cólico biliar

El tratamiento del cólico biliar dependerá de la frecuencia e intensidad de los episodios, así como de la presencia de complicaciones. En los casos leves, se pueden emplear medidas conservadoras para controlar los síntomas y prevenir nuevos episodios. Sin embargo, cuando los cólicos son recurrentes o hay riesgo de complicaciones, la solución definitiva suele ser la extirpación de la vesícula biliar mediante cirugía.

Control del dolor y principales medidas

Cuando se presenta un cólico biliar, el primer paso es aliviar el dolor y reducir la inflamación. Para ello, el médico puede recomendar:

  • Analgésicos y antiespasmódicos: medicamentos como el paracetamol o los antiespasmódicos ayudan a reducir el dolor y la contractura de la vesícula.
  • Dieta baja en grasas: se aconseja evitar comidas pesadas y ricas en grasas, ya que pueden estimular la contracción de la vesícula y provocar nuevos episodios.
  • Reposo digestivo: en casos de dolor intenso, se puede indicar ayuno temporal hasta que los síntomas cedan.

En algunos pacientes, especialmente aquellos con cálculos biliares pequeños, se pueden usar ácidos biliares orales para intentar disolver las piedras con el tiempo. Sin embargo, este tratamiento suele tardar meses y no es eficaz en todos los casos.

Tratamiento definitivo: cirugía de la vesícula biliar

Si los cólicos biliares son recurrentes o hay riesgo de complicaciones, la mejor opción es la colecistectomía, es decir, la extirpación de la vesícula biliar. Existen dos tipos principales de cirugía:

  • Colecistectomía laparoscópica: es la técnica más común y mínimamente invasiva. Se realiza a través de pequeñas incisiones en el abdomen, lo que permite una recuperación más rápida y menos dolor postoperatorio.
  • Colecistectomía abierta: se usa en casos más complicados o cuando la laparoscopía no es posible. Requiere una incisión más grande y un tiempo de recuperación más prolongado.

La mayoría de los pacientes pueden llevar una vida normal sin vesícula biliar, aunque algunos pueden experimentar cambios digestivos, como intolerancia a comidas muy grasas.

Cambios en el estilo de vida para prevenir nuevos episodios

Para reducir la frecuencia de los cólicos biliares y prevenir la formación de nuevas piedras en la vesícula, se recomienda:

  • Mantener una alimentación equilibrada, evitando el exceso de grasas saturadas y azúcares refinados.
  • Controlar el peso corporal, ya que la obesidad aumenta el riesgo de cálculos biliares.
  • Evitar dietas muy restrictivas o pérdidas de peso rápidas, ya que pueden alterar la composición de la bilis.
  • Realizar ejercicio físico de forma regular para mejorar el metabolismo de las grasas.

El tratamiento del cólico biliar no solo busca aliviar el dolor, sino también evitar complicaciones como la inflamación de la vesícula o la obstrucción de los conductos biliares. Por ello, es fundamental seguir las indicaciones médicas y, en los casos necesarios, considerar la cirugía como la opción más efectiva y definitiva.

Prevención del cólico biliar

Adoptar hábitos saludables es fundamental para reducir el riesgo de cólicos biliares y evitar la formación de cálculos en la vesícula. Algunas recomendaciones clave incluyen:

  • Seguir una dieta equilibrada y baja en grasas saturadas.
  • Mantener un peso saludable y evitar pérdidas de peso demasiado rápidas.
  • Realizar actividad física regular para mejorar el metabolismo de las grasas.
  • Mantener una adecuada hidratación para favorecer la eliminación de sustancias que pueden formar cálculos biliares.